Por: Cynthia Rosemberg
En el futuro, cuando una persona vaya de compras, un sensor leerá su mapa genético en el supermercado y, con esa información, una voz robotizada le indicará que alimentos de la estantería son los más adecuados para su salud. Esta ficción tiene una parte de ciencia y se llama nutrigenómica. Este nuevo campo de la investigación estudia las interacciones entre los alimentos y las características genéticas de las personas. Un estudio dibuja ahora como podría ser la alimentación del futuro gracias a esta disciplina.
Secuenciar el genoma de cada persona será tan barato como un análisis de sangre. Al mismo tiempo, la investigación de los compuestos bioactivos (presentes de forma natural en muchos alimentos) irá descubriendo su influencia en determinados genes. El nexo de unión entre ambos fenómenos es el hecho de que muchas enfermedades tienen un componente genético.
De hecho, la investigadora Amelia Martí, del departamento de Ciencias de la Alimentación, Fisiología y Toxicología de la Universidad de Navarra, cifró que entre el 25% y el 70% de las enfermedades podrían evitarse con una alimentación adecuada. Ahora hay que descubrir las bondades de cada compuesto bioactivo de los alimentos.
Según el estudio, hasta 2014 los avances irán en la línea de descubrir marcadores genéticos para identificar compuestos bioactivos beneficiosos. Esta información será de gran utilidad a la industria alimentaria para estudiar aspectos como la absorción, metabolismo o toxicidad de estos materiales y ensayarlos in Vitro e in vivo antes de su explotación comercial.
El director de Investigación y Desarrollo de Puleva Biotech, José Carlos Quintela, aseguró que las empresas necesitan grandes cambios tecnológicos para competir. Y el gran salto tecnológico serán los alimentos funcionales.
El concepto de alimento está cambiando. A sus funciones tradicionales (nutrición y gastronomía) se le añadirá su capacidad como medicamento. Los alimentos funcionales, gracias el conocimiento del ADN de la persona, ayudarán a su desarrollo, proceso metabólico y rendimientos físico y cognitivo.
El estilo de vida será clave en los caminos que tome la investigación nutrigenómica. En los próximos años, el envejecimiento de la población hará muy atractivo para las empresas y las administraciones el diseño de dietas que mejoran las funciones cerebrales y atajen el deterioro óseo. Por el mismo motivo, la importancia del aspecto físico animará a estudiar los factores genéticos y nutricionales con efecto estético.
Fuente; Diario Público
España, Abril 29, 2009.
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