El compuesto químico que otorga el color azul a estas lunetas permite frenar los daños recibidos luego de una lesión en la columna vertebral.
El colorante alimenticio que tiñe las lunetas M&M's de color azul tiene propiedades que permiten reducir los daños derivados de una lesión de columna vertebral, según un estudio divulgado hoy por la Universidad de Rochester.
El aditivo químico, de un color azul intenso y utilizado también para dar su aspecto característico a algunas bebidas isotónicas, puede, de acuerdo con el estudio, frenar el desarrollo del daño secundario y grave que afecta a la columna vertebral inmediatamente después de haber sufrido una lesión traumática en la misma.
Tras inyectar el colorante a ratas que padecían la lesión, los investigadores del Centro Médico de la Universidad de Rochester, en Nueva York, constataron que los roedores fueron capaces de andar de nuevo, aunque con una ligera cojera y un efecto secundario: sus patas, hocicos y orejas quedaron temporalmente teñidos de azul.
Los autores del estudio tardaron cinco años en descubrir los beneficios de este aditivo sobre la columna, en una serie de ensayos clínicos centrados en paralizar el torrente de destrucción de células que se inicia en las horas posteriores a una lesión y que puede conducir a la parálisis.
En 2004, el equipo efectuó ensayos similares empleando ATP, una sustancia que produce el organismo para mantener a las células vivas, y que en estado de oxidación ayudaba a las ratas a volver a andar.
Sin embargo, los investigadores no tardaron en darse cuenta de que el proceso no sería viable en humanos, puesto que debía inyectarse directamente en la médula espinal y amenazaba con producir graves efectos secundarios.
El equipo comenzó entonces la búsqueda de una alternativa al ATP que bloqueara el vertiginoso ritmo de destrucción de las células motrices y se administrara además por vía intravenosa.
El descubrimiento
La respuesta la encontraron en el compuesto químico Brilliant Blue G (BBG), que provocaba la misma recuperación en los animales sin causarles efectos secundarios, y cuya estructura química es casi idéntica a la del colorante azul utilizado en la industria alimenticia.
El optimismo de las conclusiones del estudio se suaviza con la advertencia de la directora del equipo, Maiken Nedergaard, de que el carácter preventivo de este tratamiento sólo garantizaría su eficacia en el caso de pacientes que acabaran de sufrir la lesión, y no en los que la padezcan desde hace un día, por ejemplo.
Aunque el equipo necesitará más pruebas de laboratorio para certificar la seguridad del uso del compuesto químico antes de comenzar los ensayos en humanos, Nedergaard cree que el hallazgo podría ser un primer paso para afrontar una lesión que sigue sin encontrar una respuesta médica eficaz.
"No existe un tratamiento estándar para los pacientes que llegan a las salas de urgencia de Estados Unidos con una lesión en la columna", dijo a la cadena CNN Nedergaard, que estima que un 85 % de quienes sufren esta condición no se han sometido a ningún tipo de terapia.
Para reducir el riesgo de parálisis, añadió Nedergaard, es necesario disponer de un agente "práctico y seguro" que pueda administrarse poco después de sufrir la lesión y contribuya, si no a eliminarla por completo, a devolver algo de movilidad a los pacientes.
En este sentido, la investigadora deposita toda su confianza en el colorante alimenticio azul, aprobado para el consumo en 1982.
Según datos de la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos, los estadounidenses consumen un promedio de 16 miligramos al día de este colorante, lo que eleva el volumen de consumo en el país a casi 500 toneladas al año.
Fuente: El Universal
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